sábado, 8 de febrero de 2014

Siempre estarán juntos




Juan se había levantado de buen humor, esa noche su cuerpo descansó realmente bien, fue al servicio y al sentarse en el retrete no pudo evacuar, no parecía tener nada que dejar allí.

Se miró al espejo y se frotó el rostro con la mano, en su cara vio algo especial, no le había crecido la barba e irradiaba luminosidad, estaba feliz y ninguno de sus músculos o huesos le llamo al orden esa mañana, parecía que a sus ochenta años le habían restado sesenta.

Recogió sus pantalones de la percha donde escrupulosa y metódicamente los dejaba colgados cada noche, la raya perfecta, grises de vestir, con una elegancia que nunca se pasa de moda, se puso su camisa blanca, luminosa;  a pesar de su edad, siempre le había gustado vestir bien, decía que era otra manera de conservarse joven y digno.
Recordaba que a su difunta esposa le gustaba lucirle cuando iban de paseo, él siempre iba muy tieso, chulo, (que no provocador u ofensivo), entonces ella se agarraba a su brazo, orgullosa de su marido; él, orgulloso de su mujer, como un pavo real, aunque lo ocultaba detrás de su pose seria, que no triste.
La echaba tanto de menos, su pasos por la casa, la preocupación que mostraba por sus hijos, sus conversaciones en la cama, su olor, su ropa..

Hacia un tiempo que había fallecido, pero su imagen permanecía nítida en su cabeza, como si no se hubiese ido, como si al abrir la puerta del estudio estuviese allí corrigiendo exámenes a los niños o leyendo al hijo mayor, (que de pequeño quería ser marinero), Moby Dick...y se reían cuando él decía que Alberto -así se llamaba su hijo- quería ser marinero por haberle leído ese libro de pequeño y ella le respondia que era al revés, que porque él quería ser marinero ella le leía el mejor libro del mar que jamas se había escrito. Nunca llegaron a ningún acuerdo en esa intima y feliz discusión.

Cepilló sus zapatos hasta casi poder ver su rostro reflejado en ellos, se dio el último vistazo de conformidad con el conjunto y salio a la calle a pasear.
Su antiguo oficio castrense le imponía el paseo como forma de relajar su espíritu y el andar, aparte de beneficios físicos, acomodaba los muebles de su intelecto. Fue a la cafetería de costumbre, pidió su habitual café corto y denso al mismo camarero de los últimos quince años. El mostrador de madera era cálido, en los golpes, las melladuras y el borde gastado  llevaba marcada su historia.

Sin haber comenzado su desayuno, vio a su mujer que le sonreía desde la ventana del bar mientras con la mano le invitaba a acompañarla. Presto a salir hacia donde estaba ella,  algo llamó su atención, con el rabillo del ojo observó unas letras impresas en el periódico local de esa mañana, señalaban su nombre y la hora de su entierro, había muerto la tarde anterior.

Salio del bar despidiéndose con una sonrisa de su amigo el camarero, verdadero "arreglador del país", echo un último vistazo al mostrador de madera que le había servido de apoyo para su periódico en los últimos años e intento aspirar por última vez el aroma del café corto caliente y espeso que le despertaba por las mañanas antes de ir a sus quehaceres...

No se despidió de sus hijos, su espíritu siempre estaría con ellos, cogió a su mujer le dio un beso con ternura y un escalofrío de placer recorrió su espíritu, seguía viva, la sentía completamente.
Ella le cogió del brazo como había hecho miles de veces y juntos fueron hacia la luz.
Fueron felices mientras se fundieron en una energía desconocida....

En un remoto pueblo de Asia, al mismo tiempo, una pareja de niños se asomó al mundo llorando, sus gritos de vida inundaron la estancia de la modesta familia e hicieron que abuelos y padres llorasen de alegría, a pesar de sus muchos esfuerzos y ruegos, no habían podido tener hijos, pero, al fin, Fortuna o su dios particular, les había proporcionado mellizos, un niño y una niña, dos espíritus a la vez y la VIDA inundó su casa.
La madre sudorosa por las existencias que había traído al mundo, exhausta tras el parto, dijo:

"Siempre estarán juntos".

Que Fortuna nos propicie VIDA.

16 comentarios:

  1. Intuyo por donde vas...Pero hace falta mucha energía, y de la positiva.
    Salut

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  2. Qué bonito tocayo,me has emocionado al leerte. Un beso.

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  3. Las personas que amamos siempre están con nosotros, como un segunda piel, incluso sin volver a verlas.

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  4. Cuando pasen los años y yo sólo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo un instante frente a tus labios, un pobre hombre cansado de andar por los jardines, ¿dónde estarás tú?

    Nicanor Parra.

    Tal vez siempre ahí, quién sabe...

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  5. Estas historias..lo siento pero me parecen malsanas, no capto la moraleja (o si) ¿es tuya?

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  6. Miquel, quizás es que la energía ni es positiva, ni negativa... eso son solo connotaciones que nosotros aplicamos...

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  7. Tracy, se aceptan donativos... jejeje

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  8. Mariluz, eso creo yo, que hay una comunicación entre todos que se acentúa entre los más afines...

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  9. Vero, yo no tengo creencias firmes sobre lo que viene cuando dejamos el cuerpo, pero me resisto a creer que cuando morimos se acaba todo, se acaba esto, pero no todo. Al igual pienso que hay espíritus afines y cuando se encuentra a otro similar al tuyo, se consigue la felicidad.
    ¿estábamos antes?, no lo se...

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  10. Juan Antonio, no se si serán malsanas o no. Yo escribí esto de corrido prácticamente, ¿que me impulso a escribir esto? no lo se.
    En este blog todo lo que esta mal redactado es cosa mía, los "copia-pega" intento cogerlos de calidad.
    Un saludo.

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  11. Estoy de acuerdo en que Moby Dick es probablemente la mejor novela del mar publicada. Sin embargo, el autor, Hermann Melville, murió sin conocer el éxito de su novela que tardaría muchos años en ser descubierta.

    Un buen relato de amor más allá de la muerte.

    Saludos cordiales.

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  12. Joselu, seamos sinceros, la redacción es bastante mala.
    No puedo decir que sea lector asiduo de libros del mar. Pero Moby Dick me lo he leído tres veces y seguramente lo haga alguna vez más. Un saludo.

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  13. Es una bonita fantasía, creer que cuando morimos nace alguien en otro lugar del planeta, como si fuera una renovación.
    No digo que no me gustaría que fuera así.

    El centro del amor
    no siempre coincide
    con el centro de la vida.
    Ambos centros se buscan entonces
    como dos animales atribulados.
    Pero casi nunca se encuentran,
    porque la clave de la coincidencia es otra:
    nacer juntos.
    Nacer juntos,
    como debieran nacer y morir
    todos los amantes.

    De Roberto Juarroz.

    Besos.

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  14. Oh! No te conocía en este registro, me has sorprendido Temu, y gratamente. Me han entrado escalofríos, muy bien narrado y no sé...ya me gustaría que algo así pudiera ocurrir, siempre he pensado que es una posibilidad bonita y redonda.
    Besos

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  15. Blue, para mi es muy dificil saber que es el amor. Se ha hablado tanto de él, se ha escrito tantas cosas que ando un poco despistado.
    Creo que el amor se mide en sielncios, cuando puedes estar al lado de otra persona en silencio y sabes que ambos estais bien.
    Nacer y morir son cosas que no estan a nuestro alcance, tan solo nos movemos entre ambos sucesos, pero la energia vital creo que permanece...

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  16. Inmagina, es el ciclo al que estamos sometidos o eso creo yo, el amor es algo de lo que no se hablar, me pierdo bastante, la verdad...

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Piensa como piensan los sabios, más habla como habla la gente sencilla. Aristoteles (384 AC-322 AC). Filósofo griego.