Capitulo V. Donde se da cuenta del recibimiento que hicieron a D. Quijote unos pastores,
Aparecer aquel caballero con su armadura, seguido de aquel abultado escudero, y ponerse en alarma la gente de la majada todo fue uno. Al ronco ladrido de los mastines, que lo anunciaron, salieron los seis pastores que se recogían en dos chozas en aquel sitio, y arremolináronse las ovejas en los rediles, como si temieran el asalto del lobo.
Dieron aquéllos el alto a los recién llegados; contestaron éstos cortésmente y en son de paz, y entonces, creyéndoles viajeros que buscaban descanso, hiciéronles pasar, ayudándoles a bajarse de las caballerías, y muy sorprendidos de los hierros de que iba cubierto de pies a cabeza D. Quijote.
No os alarméis, señores -dijo éste-, de mi aparato guerrero y mi talante. Caballero soy armado, que corre el mundo para desfacer agravios y enderezar entuertos, y no podría sin esta mi lanza, en cuya punta está el hierro de la justicia, y sin esta espada que me sirve, y la paz de Dios sea con todos.
Entraron en la más grande de las chozas, donde se reunieron para la cena, y ofrecieron a D. Quijote y a Panza puesto entre ellos, que fueron admitidos de buen grado; contribuyendo éstos por su parte con algo de las alforjas, para que no se dijera que mermaban la comida pobre y tasada de aquellos cabreros.
Preguntó el más viejo qué era aquello de enderezar entuertos; pues él no lo comprendía, creyendo que enderezar era cosa que no con los tuertos, sino con los jorobados debía hacerse; y D. Quijote le explicó que no se trataba de tuertos de los ojos, ni de torcidos de la espina, que eso correspondía a la Medicina o Cirugía, sino de entuertos de la voluntad, de la razón y del derecho, que por el esfuerzo de su brazo podían remediarse; añadiendo que éste era el objeto de la caballería, que era una especie de justicia andante que por todas partes iba ejerciendo su oficio, aparte de la otra justicia de leyes y juzgadores, que no podía llegar a todos lados, ni encontrar para cada caso exacto acoplamiento.
El pastor viejo, que tenía mucha gramática parda, objetó al caballero que eso estaba bien; pero que podía suceder que las dos justicias se tropezasen y encontrasen una contra otra, la de las leyes y los juzgadores, y la andante de esos caballeros, y entonces alguna tendría que quedar por encima; convirtiéndose la otra en injusticia o yerro; por lo que o debían ir acompasadas y unidas o suprimirse cualquiera de ellas, y en tal caso tendría que desaparecer la de los caballeros andantes.
Protestó D. Quijote replicando que eso no se podía, porque donde se tropezasen y contrapusiesen, debía imperar la de los caballeros, no escrita en parte alguna, sino en la conciencia y el honor, y no la otra justicia, que con sus determinaciones generales no podía abarcar cada caso específico, trocándose en injusticia manifiesta al aplicar a la excepción la regla y a lo singular y concreto lo general y abstracto; y el pastor, que ya no iba entendiendo nada de esto, se calló, por no poder entrar en polémica con hombre tan sabidor.
Y poco más se puede añadir, por trozos como este, quizás Don Quijote es un personaje universal y Cervantes un escritor estudiado en todo el mundo.
En todo el mundo menos en este trozo de península que lo vio nacer. Enterrado en una tumba anónima en el Convento de las Trinitarias Descalzas por funcionarios grises que despreciaban su trabajo.
La Historia nos dice que ser brillante en este país es una carga.
Que Fortuna nos permita leer.