Don Arturo Pérez Reverte ha renunciado a emolumentos públicos, (básicamente al yo cobro y me la trae "al pairo" todo lo demás); no se si ustedes conoceran a gente que pudiendo chupar de la teta publica renuncien a ella. Renuncia por las criticas a su gestión y sus conocimientos. Algunos "progues" de hoy, les sienta mal que alguien les recuerde que la Constitución de 1812 era liberal, que defendía la libertad fuera de todo intervencionismo publico, religioso o medio-pensionista.
Algunos adalides de la mal llamada izquierda, esa que hinca la rodilla ante el capital, esa del puesto que me han puesto y no me quita ni Dios, le han criticado....
En base a que....
A contar la Historia con mayúsculas, a decir la verdad, a ser un espíritu libre, a no dejarse engañar por retrasados mentales que quieren manipular la Historia. A relatar hechos y situaciones reales, sin interpretaciones torticeras...
Don Arturo lo ha dejado bien claro:
"También me conozco un poco y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien, y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio. "
Sorprende la sinceridad y la verdad en una persona publica.... Algunos le llaman facha, otros otras cosas, pero yo le llamo sincero....
Por cierto yo acompaño todos y cada uno de sus artículos...Y si hay que llamar cabrón-a (notese Bibiana, mi respeto a la pluralidad de sexos y géneros varios), a alguno , también estoy, que es mejor que le llamen a uno malo o maleducado que cobarde o políticamente correcto...
Les dejo la carta de dimision...
Querida Teófila:
Ha pasado mucho tiempo, más de un año y medio, desde que me hiciste la amable propuesta de la exposición. Las fechas se han echado encima, al menos las que yo tenía previstas, y todo ha ido con un retraso que hace temer prisas e improvisaciones que no beneficiarían el resultado final. Pero en cierta forma me alegro de ese retraso, pues me ha permitido reflexionar despacio sobre el asunto.
Siento mucho decirte que ya no quiero encargarme de la exposición y te ruego me liberes de mi compromiso verbal. El tiempo ha pasado, como digo, y tengo proyectos profesionales que no debo retrasar más. Por otra parte, te consta que mi aprecio por ti y por Cádiz es enorme, y que esa ciudad ocupa un lugar importante en mi corazón. Lo habría hecho con mucho gusto y entusiasmo, como lo hice en Madrid cuando el Dos de Mayo; y como sabes tenía muy avanzado el trabajo, del que pudiste ver adelantos, planos y esquemas previos.
Pero si hace unos meses ya me causó malestar aquella polémica sobre lo que cobraría por dedicar dos años de mi trabajo a la exposición, ahora vuelve a irritarme que, apenas iniciado el curso municipal gaditano, otro concejal de un partido local vuelva a utilizar el asunto como argumento político. Ni para bien ni para mal me apetece mezclarme en esos fangales ni oír más mi nombre en boca de gentuza de esa calaña, sea del partido que sea; y mucho menos servir de munición y pretexto para maniobras y rifirrafes de partido a costa de mi trabajo y del nombre con el que me gano la vida. Que me la gano, por cierto, razonablemente bien y sin necesidad de organizar exposiciones. También me conozco un poco y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien, y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio.
Sintiéndolo mucho, por tanto, no seré comisario de la exposición sobre el Bicentenario. Por mis amigos gaditanos no me inquieto, pues sé que lo entenderán perfectamente: conocen el percal y a sus políticos. Lo que lamento es el relativo fastidio que pueda causar a los planes de ese Ayuntamiento, pero estoy seguro de que hay en la ciudad quien lo haga mucho mejor de lo que habría hecho yo.
Sabes que siempre tendrás mi agradecimiento y mi afecto. Te mando un cariñoso saludo.
"También me conozco un poco y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien, y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio. "
Sorprende la sinceridad y la verdad en una persona publica.... Algunos le llaman facha, otros otras cosas, pero yo le llamo sincero....
Por cierto yo acompaño todos y cada uno de sus artículos...Y si hay que llamar cabrón-a (notese Bibiana, mi respeto a la pluralidad de sexos y géneros varios), a alguno , también estoy, que es mejor que le llamen a uno malo o maleducado que cobarde o políticamente correcto...
Les dejo la carta de dimision...
Querida Teófila:
Ha pasado mucho tiempo, más de un año y medio, desde que me hiciste la amable propuesta de la exposición. Las fechas se han echado encima, al menos las que yo tenía previstas, y todo ha ido con un retraso que hace temer prisas e improvisaciones que no beneficiarían el resultado final. Pero en cierta forma me alegro de ese retraso, pues me ha permitido reflexionar despacio sobre el asunto.
Siento mucho decirte que ya no quiero encargarme de la exposición y te ruego me liberes de mi compromiso verbal. El tiempo ha pasado, como digo, y tengo proyectos profesionales que no debo retrasar más. Por otra parte, te consta que mi aprecio por ti y por Cádiz es enorme, y que esa ciudad ocupa un lugar importante en mi corazón. Lo habría hecho con mucho gusto y entusiasmo, como lo hice en Madrid cuando el Dos de Mayo; y como sabes tenía muy avanzado el trabajo, del que pudiste ver adelantos, planos y esquemas previos.
Pero si hace unos meses ya me causó malestar aquella polémica sobre lo que cobraría por dedicar dos años de mi trabajo a la exposición, ahora vuelve a irritarme que, apenas iniciado el curso municipal gaditano, otro concejal de un partido local vuelva a utilizar el asunto como argumento político. Ni para bien ni para mal me apetece mezclarme en esos fangales ni oír más mi nombre en boca de gentuza de esa calaña, sea del partido que sea; y mucho menos servir de munición y pretexto para maniobras y rifirrafes de partido a costa de mi trabajo y del nombre con el que me gano la vida. Que me la gano, por cierto, razonablemente bien y sin necesidad de organizar exposiciones. También me conozco un poco y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien, y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio.
Sintiéndolo mucho, por tanto, no seré comisario de la exposición sobre el Bicentenario. Por mis amigos gaditanos no me inquieto, pues sé que lo entenderán perfectamente: conocen el percal y a sus políticos. Lo que lamento es el relativo fastidio que pueda causar a los planes de ese Ayuntamiento, pero estoy seguro de que hay en la ciudad quien lo haga mucho mejor de lo que habría hecho yo.
Sabes que siempre tendrás mi agradecimiento y mi afecto. Te mando un cariñoso saludo.
Y renuncia a cobrar del estado, ESO SI ES UNA NOVEDAD en este país de sanguijuelas publicas, ¿cuantos más casos conocen ustedes?. Eso se llama coherencia entre lo que se habla y lo que se hace.
No puedo dejar de publicar un articulo suyo para gente de tan ruin condicion....
Se llama:
ESA GENTUZA
Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.
Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.
Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.
De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.
Se llama:
ESA GENTUZA
Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.
Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.
Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.
De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.
Pues eso, que no puedo decir más...recordar parrafos como este:Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos.
Pienso....... quizás, es hora de hacer una autentica REVOLUCION, de estilo francés, ya saben, de guillotina y esas otras herramientas...
Que Fortuna propicie más "Don Arturos", que falta nos hacen...
que apasionado eres!!
ResponderEliminarSin pasión, no hay amor Gatuna...
ResponderEliminarHe seguido este tema y desde luego es de un torpeza total. Hace muy bien Reverte en tomar esta decisión que tanto le honra y que a su vez, tanto envilece a los torpes y mediocres causantes de su decisión.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Y la puestos, don Arturo podría instalar unos cañones de época en el castillo de san fernando de Cádiz y bombardear la ciudad con ejemplares de su última novela "el asedio", todo un tocho. Si alguno le cae encima a un concejal le rompe la crisma, aunque supongo que éstos al ver que son libros huirían despavoridos, no vaya a ser que les de por leer y cojan una encefalitis...
ResponderEliminarSe ha ganado a pulso el "Don" y el "Señor". No hay columnista más fiel a si mismo, neutral y coherente que él. Yo también firmaría cada uno de sus artículos del semanal. (En cambio, que cosas, como novelista no acaba de engancharme).
ResponderEliminarEl otro día le decía a mimujer que si pudiera elegir a alguién con quién ir a cenar para poder conocerlo elegiría ente Pérez-Reverte, Julio Iglesias y Bunbury.
Un saludo.
Pérez Reverte dice las cosas como las piensa y llamando a todo por su nombre. Eso es lo que más me gusta de él.
ResponderEliminarEstoy ahora leyendo la última novela suya, "El asedio" que como dice Enrique es un tocho de setecientas y pico páginas...
Ya había leído estos dos artículos. Sigo a Don Arturo desde hace tiempo.
ResponderEliminarLo admiro como escritor y como hombre, porque si algo desprende, parece ser honestidad.
Y tanta clase...
Ya había leido lo de Perez Reverte, pero leer tu opinión And Comentary mola más. Este Arturo es uno de esos personajes a los que "los faltos de argumentos" suelen llamar "facha". Lo que no mexplico es porqué habiendo tantos -según ellos- no tienen ni un puñetero scaño....
ResponderEliminarAlvaro, es un pena pues de esa época Don Arturo es uno de los que más sabrán de este país...Al final se hará una exposicion politica, ya veremos...
ResponderEliminarEnrique, solo el libro empleado como arma disuasoria ya es eficaz, lo enseñas en cualquier organismo oficial (a los cargos políticos, me refiero) y se produce una desbandada..
ResponderEliminarKoki, dice sus opiniones desde el respaldo de estar absolutamente convencido de lo que dice y a partir de ahí; sus enemigos solo pueden acusarle de fascista u otras lindezas..
ResponderEliminarMerce, yo me estos acabando "Rusos" de Edward Rutherfurd. Por cierto muy buena y el siguiente que lea sera "El asedio" ya la he comprado...
ResponderEliminarTesa, honestidad, que palabra tan poco empleada, ya casi nadie habla de "hombres honrados"... y es un termino muy descriptivo...
ResponderEliminarTiburzio, tu los has dicho, "los faltos de argumentos" y yo añado los que se ven reflejados en sus artículos...
ResponderEliminarSigo pensando lo mismo de Revertito.... Escribe de puta madre, habla claro, da gusto leerle, pero.... es un faltón y un prepotente, y de verdad, conmigo lo pierde casi todo con esa actitud. Me quedo, eso sí, con la lectura de sus escritos.
ResponderEliminarUn beso, pater. Have a nice weekend.
Hola Tejumin,
ResponderEliminarLe perdí la pista cuando dejó de ser periodista para T.V. No he leído nada él.
Me siento un bicho raro.
Miguel
Yo también le amo.
ResponderEliminarES un gran autor, no deja indeferente a nadie...
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