viernes, 19 de julio de 2013

Intelectuales y vida.


Los pobres intelectuales son solitarios sin cordialidad. Impenetrables a todos los afectos; no vibran como nosotros ante las mujeres, ante los niños, ante las alegrías y los dolores humanos. No participan en los movimientos elementales de los demás hombres. Se deshumanizan. Para un intelectual nada es respetable fuera de sus pensamientos. Sí, por ejemplo, un niño -compendio de lo bello- llora pared por medio de un intelectual, estorbándole en su trabajo, el intelectual, irritado, deseará la muerte del niño. ¡Como si un niño no importara mucho más que todos los ejercicios del entendimiento!

Y como estarnos hechos para vivir socialmente, para aprender unos de otros e irnos puliendo con el roce, los intelectuales solitarios acaban por llenar la soledad de ellos mismos; se endiosan, se enamoran de sí propios y menosprecian a todo lo que esté fuera. Lo menosprecian con ira. En vez de disfrutar ese tranquilo goce de la verdad ganada, viven en continuo recelo, en continuo rencor, como si adivinasen que sus flamantes doctrinas se van a marchitar tan pronto como las recién desechadas.

La pacífica posesión de la verdad es premio reservado a los humildes. Casi todos los grandes hallazgos vinieron por sorpresa, cuando menos estaba la mente envanecida: por el soberbio barrunto de la cima próxima. Y estos intelectuales no saben ser humildes. Por eso han de pasar la tortura de ver deshojarse una tras otra todas sus conquistas, y la humillación de sentirse desdeñados por sus propios discípulos. Y por eso parece que toman anticipada venganza despreciando enconadamente a quienes les precedieron.

No hay nada tan efímero como las modas intelectuales. Ni tan contagioso como la pedantería con que se adoptan. Todos hemos sentido el influjo de ese mal, poco más o menos a la edad del pato. Pero así como hay quien no sale nunca de la edad del pato, hay quien se queda contaminado de pedantería hasta la muerte.


Que Fortuna nos aporte sabiduría.

17 comentarios:

  1. Me has descrito totalmente, jejejeje.

    ResponderEliminar
  2. Tracy no he sido yo, que conste... jajaja

    ResponderEliminar
  3. llévame al bar donde no ponen cosas de Cataluña...al igual me invitan y todo

    ResponderEliminar
  4. He conocido algun intelectual muy interesante y nada aburrido, sólo que él, no sabia que era un intelectual, ni tan siquiera aspirava a erudito, no habia salido en su vida de una Masia en Camprodón, bueno! una vez bajó Sant Joan de les Abadeses, y te aseguro era muy sabio, nada adscrito a ninguna moda o corriente estúpida al uso.

    ResponderEliminar
  5. Miquel, si hay que invitar invito yo, que no es por no invitar, pero invitar "pa na"..

    ResponderEliminar
  6. Francesc existe la estupida creencia de que la saboiduria es unica y sin embargo esta demostrado que hay muchas vertientes. Imagino que cuando a alguno le describen su ignorancia suele sentar muy mal...

    ResponderEliminar
  7. Ese ee un burdo estereotipo aunque lo haya dicho Einsteien. Me recuerda a esa imagen patética, aunque graciosa, que se da de los llamados frikies en esa serie The Big Bang Theory.
    Uno no elige su condición, ni sus preocupaciones y decir que los intelectuales son solitarios, egocéntricos y pedantes solo demuestra una enorme ignorancia o muy mala intención. Hitler también quería acabar con los intelectuales ya que los consideraba unos repugnantes judíos. Millán Astray, el fundador de la Legión, también abominaba de los intelectuales y siempre se recuerda aquella frase contra Unamuno: ¡Muera la inteligencia!
    Imagínate un mundo sin Galileo, Newton Descartes, Darwin, Freud o el mismo Einstein.

    ResponderEliminar
  8. Normalmente intelectualidad y pedantería suelen ir unidas. Lo que no consigo averiguar es si a los pedantes les da por ir de intelectuales, o a los intelectuales por ponerse pedantes. Pero éstos son los que yo llamo "intelectualoides", porque no lo son, sólo van de ese palo. Luego están los auténticos, quizás un poco antisociales porque viven en su mundo, pero estos suelen causar simpatía.
    Besitos

    ResponderEliminar
  9. Pues no es lo que yo entiendo por inteligencia -de ahí viene lo de intelectual, ¿no?-.

    Es que ni se acerca, vamos o.O Pero seré yo, que lo pienso así.

    Besos, Temu :*

    ResponderEliminar
  10. Krapp, imagino que este más o menos ataque se dirige a determinados intelectuales. Habría que definir bien que es un intelectual. Unamuno y el personaje que escribió este texto me consta que gozaban de buenas relaciones.

    ResponderEliminar
  11. Inmagina, creo que por donde tu mencionas van los tiros...

    ResponderEliminar
  12. Vero, como le digo a Krapp, quizas hubiera que definir bien que es ser intelectual y a quien le atribuimos este atributo.

    ResponderEliminar
  13. Estos que aquí describes no son intelectuales, son esos otros que, como bien decía Lope, nacen sabios sólo porque lo dicen ellos.

    ResponderEliminar
  14. Desastre, Lope si que debía ser sabio...

    ResponderEliminar
  15. Una cosa es ser y otras creerse TEMU, ningún intelectual de verdad de los que saben sin necesidad de tener que demostrar nada, puede ser el fantoche engreído, egoísta y egocéntrico que se dibuja aquí... es verdad que hay mucho de esto, pero esto son los pseudointelectuales, los que se creen que saben y no saben nada... solo se adoran y necesitan ser adorados por las cuatro cosas que han aprendido.

    La soberbia y el egoísmo está repartida por igual entre los que saben algo y los que no saben nada.

    En fin, además ya lo habéis DESASTRE, LOPE y tú, tres sabios;))



    Muuchos besos y feliz resto de finde.

    ResponderEliminar
  16. habéis DICHO, que lo olvidé... olvidé escribir DICHO...
    Es que yo no soy nada sabia jajaja más bien una descerebrada:))

    ResponderEliminar
  17. Maria, La soberbia y el egoísmo está repartida por igual entre los que saben algo y los que no saben nada, yo creo que no, que cuanto más ignorantes somos, más sabios nos creemos. La ignorancia es atrevida.

    ResponderEliminar

Piensa como piensan los sabios, más habla como habla la gente sencilla. Aristoteles (384 AC-322 AC). Filósofo griego.