Monopolios

  Hay algo perverso en los monopolios, es una dictadura que muchos buscan, quizas porque no tienen capacidades, quizas porque tienen miedo al pensamiento libre y les molesta tomar sus propias decisiones. 

  Con Franco España era un país de monopolios, petrolera pública única, fabricante de coches público único, telefonía pública y casi banca unica pública.

 Algunos añoran este despropósito gris y triste, todo público, sin competencia, sin avance, sin contraste.

 Hay gente que odia los escaparates y los mostradores repletos de opciones, son personas de economatos, de papel de estraza y estraperlo.

 El monopolio es una dictadura, iguala por abajo, no se busca la excelencia porque da igual, no se busca producir más y mejor porque es indiferente, no busca hacer productos más fiables porque tienen el negocio asegurado.

 Democracia es que cada día, usted pueda votar lo que quiere. Con su dinero, que es su voto, usted puede comprar lo que le da la gana entre las diferentes opciones en un mercado libre, eso es democracia, la capacidad de decidir sobre lo que uno quiere. 

 Los monopolios solo los buscan los cómodos, los más incapaces, los aprovechados, los que viven del sistema, los indecisos, los que generan el extraperlo y el contrabando, los parásitos. 

 El libre comercio en igualdad de condiciones hace gente libre, inteligente, gente que se esfuerza, personas que buscan ser los mejores. 

 Esa sana y productiva ambición que lleva a gente a inventar, desarrollar, producir y vender frigoríficos, lavadoras, coches, medicinas, gruas, hormigoneras, libros, ordenadores, medicinas, refrescos, cocinas, televisiones, teléfonos móviles, a producir alimentos para todo el mundo a costes razonables, a hacer granjas, a fabricar muebles, a ser fontanero, a construir casas, a hacer fábricas, a comprar y a vender, a esforzarse para entender y comprender al otro, los que buscan ese orgullo de ser los que más venden, los que practican la empatía, los que eligen el dinero en vez de las armas para entenderse. 

 Estos son los que movían, mueven y moverán el mundo, los que desarrollan sociedades avanzadas. 

 Ningún invento salió jamás de ningún organismo oficial. Lo único que saben fabricar son impuestos, tasas, arbitrios, tributos, cargas, contribuciones, cánones, peajes o aranceles con las más peregrinas disculpas. 

 Pero hay otro monopolio peor que el financiero e industrial del estado, el peor monopolio que existe es el de la Educación. Este es atroz, porque el Estado pasa de promover y garantizar el acceso a la Educación libre a encarcelar las ideas para perpetuar su sistema.   

 Este monopolio no busca ciudadanos inteligentes y críticos, abiertos de miras, con capacidad de análisis y decisión.  Este tinglado busca vasallos dependientes del estado, adoradores del líder al que se le excusa todo, gente con miedo a crear cosas, menganos que no piensan, zutanos que no quieren pensar, personas que sin el estado se ven indefensas, individuos que siguen a rajatabla los catecismos de los socerdotes de guardia y no cuestionan ni líderes ni sistemas, porque se ven ignorantes o tienen miedo a que les señale el colectivo.

 No crean nada porque les han anulado la capacidad de crear, de pensar, de promover, de actuar, de ser libres sino es al dictado del partido único o del cacique con mando en plaza.

 Les molesta el triunfo de otros porque es el retrato de su incapacidad, de su indecisión, de su cobardía.   Son envidiosos y se alimentan del fracaso ajeno en vez de intentar aprender y triunfar por ellos mismos.  Son miedosos y disfrutan del naufragio de otros porque tienen miedo a navegar. 

 El monopolio en la Educación crea a  casiciudadanos que bajo la peregrina y manoseada excusa del biencomun o la igualdá defienden atrocidades. Son los que echan leña a las hogueras de libros, los que llaman herejes a los diferentes, los que ejecutan a los discrepantes, los que vigilan desde el balcón, los que señalan al dispar. 

 Son los cobardes que se refugian en el colectivo para perpetrar sus crímenes sociales. 

 El monopolio educativo crea a los que ni viven ni dejan vivir.

 Una sociedad fracasa cuando se tiene miedo a diferentes enseñanzas, a diversos sistemas, a otros planteamientos, a eso es lo que lleva el Monopolio de la Educación, el peor de los monopolios, el más infame, el más atroz. 

Que Fortuna nos libre de monopolios.