La primera fue seguir las leyes y las costumbres de mi país, conservando constantemente la religión en que la gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño, rigiéndome en todo lo demás por las opiniones más moderadas y más apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente admitidas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir. Porque habiendo comenzado ya a no contar para nada con las mías propias, puesto que pensaba someterlas todas a un nuevo examen, estaba seguro de que no podía hacer nada mejor que seguir las de los más sensatos. Y aun cuando entre los persas y los chinos hay quizá hombres tan sensatos como entre nosotros, parecíame que lo más útil era acomodarme a aquellos con quienes tendría que vivir; y que para saber cuáles eran sus verdaderas opiniones, debía fijarme más bien en lo que hacían que en lo que decían, no sólo porque, dada la corrupción de nuestras costumbres, hay pocas personas que consientan en decir lo que creen, sino también porque muchas lo ignoran, pues el acto del pensamiento, por el cual uno cree una cosa, es diferente de aquel otro por el cual uno conoce que la cree, y por lo tanto muchas veces se encuentra aquél sin éste.
Y entre varias opiniones, igualmente admitidas, elegía las más moderadas, no sólo porque son siempre las más cómodas para la práctica, y verosímilmente las mejores, ya que todo exceso suele ser malo, sino también para alejarme menos del verdadero camino, en caso de error, si, habiendo elegido uno de los extremos, fuese el otro el que debiera seguirse. Y en particular consideraba yo como un exceso toda promesa por la cual se enajena una parte de la propia libertad; no que yo desaprobase las leyes que, para poner remedio a la inconstancia de los espíritus débiles, permiten cuando se tiene algún designio bueno, o incluso para la seguridad del comercio, en designios indiferentes, hacer votos o contratos obligándose a perseverancia; pero como no veía en el mundo cosa alguna que permaneciera siempre en idéntico estado y como, en lo que a mí mismo se refiere, esperaba perfeccionar más y más mis juicios, no empeorarlos, hubiera yo creído cometer una grave falta contra el buen sentido, si, por sólo el hecho de aprobar por entonces alguna cosa, me obligara a tenerla también por buena más tarde, habiendo ella acaso dejado de serlo, o habiendo yo dejado de estimarla como tal.
Mi segunda máxima fue la de ser en mis acciones lo más firme y resuelto que pudiera y seguir tan constante en las más dudosas opiniones, una vez determinado a ellas, como si fuesen segurísimas, imitando en esto a los caminantes que, extraviados por algún bosque, no deben andar errantes dando vueltas por una y otra parte, ni menos detenerse en un lugar, sino caminar siempre lo más derecho que puedan hacia un sitio fijo, sin cambiar de dirección por leves razones, aun cuando en un principio haya sido sólo el azar el que les haya determinado a elegir ese rumbo; pues de este modo, si no llegan precisamente adonde quieren ir, por lo menos acabarán por llegar a alguna parte, en donde es de pensar que estarán mejor que no en medio del bosque. Y así, puesto que muchas veces las acciones de la vida no admiten demora, es verdad muy cierta que si no está en nuestro poder el discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables; y aunque no encontremos más probabilidad en unas que en otras, debemos, no obstante, decidirnos por algunas y considerarlas después, no ya como dudosas, en cuanto que se refieren a la práctica, sino como muy verdaderas y muy ciertas, porque la razón que nos ha determinado lo es. Y esto fue bastante para librarme desde entonces de todos los arrepentimientos y remordimientos que suelen agitar las consciencias de esos espíritus endebles y vacilantes, que se dejan ir inconstantes a practicar como buenas las cosas que luego juzgan malas.
Discurso del Método, (Tercera Parte), de Don René Descartes filósofo y matemático. Algunos dicen que se inspiró en Gomez Pereira, aseguran que este magnífico libro que me sirve de inspiración está inspirado en el pensamiento de Gómez Pereira.
Yo no opino de esto porque no se, lo que si se es que este libro cambió mi forma de pensar y ver el mundo y que, en la medida de mis capacidades, suelo seguir estos modos de conducta.
Que Fortuna nos propicie racionalidad.
"pues el acto del pensamiento, por el cual uno cree una cosa, es diferente de aquel otro por el cual uno conoce que la cree"
ResponderEliminarMás claro, el agua. Creemos que conocemos "las cosas" porque nuestro pensamiento nos induce a pensar que son así, y no de otra manera, y en la mayoría de las veces estamos equivocados, de pensamiento, y por lo tanto de obra, y por lo tanto...de palabra.
PD: recuerda que hay una oración que nos dice que pecamos de pensamiento, palabra y obra; aunque no lo creamos, tiene mucho que ver con lo anterior.
Un abrazo.
Buena entrada, muy buena, tan buena que muchos que han estudiado filosofía serían incapaces de hacerla tan bien como tu.
Un abrazo
Miquel este libro me enganchó, la primera vez que lo compré fue en el Rastro de BUrgos, de segunda mano. Al abrir para ojearlo su comienzo me convenció: "El sentido común es la cosa mejor repartida del mundo, pues nadie quiere para sí más del que ya tiene”, ojo a la frase.
EliminarEl conocimiento es un bien escaso y aplicarlo bien es más difícil todavía, conozco gente con muchos más estudios que yo y les oigo barbaridades que van contra la Razón, simplemente porque aplican mal lo que debieran saber o lo han olvidado o quizas nunca lo aprendieron de verdad que es lo que nos muestra Descartes. ES un libro que he regalado mucho, a mucha gente que no lo ha leído y es una pena porque la obra merece la pena y se lee de corrido.
Un saludo.
Sea el pensamiento de Descartes o de Gómez Perira de quien no tenía el gusto de haber escuchado hablar nunca hasta ahora, lo cierto es que este estupendo texto me atrevería a resumirlo en que debemos intentar aprender de quienes más saben sobre el tema que sea, de sus hechos y no de sus palabras o lo que es lo mismo, intentar informarnos en profundidad de fuentes fiables y contratadas, una vez formada nuestra opinión y tomada la decisión seguir por ese camino sin arrepentirnos de la decisión tomada, se toma una decisión y se asumen sus consecuencias, las buenas, malas y regulares. Así entiendo este texto que te agradezco, pero a lo mejor estoy equivocada ; ) un beso!
ResponderEliminarMaria, lo has resumido muy bien, fijarse en los actos de las personas te dan una visión real de como son esas personas más que lo que pregonan y tenemos muchos ejemplos para demostrarlo. El ejemplo de que una vez vista la situación, en función de los elementos que tenemos tomar una decisión y seguirla de manera consecuente lo hago todos los días, de hecho lo hacía ya antes de leer este libro. No se puede navegar en inseguridades porque te ahogas y no llegas a ningún sitio, una vez emprendido tu camino de forma racional (no a lo loco) pues adelante "con los faroles" y que sea lo que Fortuna quiera.
EliminarNo suelo recomendar libros porque no soy una persona culta, pero en este caso te sugiero que lo leas, se lee fácil, es corto y se lee de corrido. Enseña muchas cosas que tu ya sabias y empleabas pero que no sabias que sabias ni que las empleabas, es cierto, por lo menos en mi caso.
Un saludo.
Enseñaban a los niños que debían obedecer las leyes y costumbres. Rigiéndose "por las opiniones más moderadas y más apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente admitidas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir".
ResponderEliminarGrandes enseñanzas que ahora parece que sean de otro mundo. Ahora parece que debamos regirnos por la discordia y las manas maneras. ¡Da asco!
Salud.
Francesc Cornadó, este libro me enseño a comprender muchas cosas y si, la moderación es una buena recomendación que en algunas ocasiones yo no sigo. "Se me calienta el horno" y dejo quemarse el pan. Leo este libro una vez al año, por lo menos, y no me canso de hacerlo, porque sigo aprendiendo y me sigue ayudando. Creo que la Razón es un buen sistema para caminar por la vida y conducirte en ella.
EliminarUn saludo.
Muy buenos consejos. Un beso
ResponderEliminarSusana Moreno, te sugiero que lo leas, es breve, es conciso, es ameno y fácil de leer.
EliminarUn saludo
A los niños no se les enseña, se les pervierte, y hasta que no sean debidamente pervertidos no serán mayores.
ResponderEliminarFrancesc Puigcarbó, la Naturaleza es cruel y si los niños no se educan la civilización no existe. Ya se pervierten ellos solos de mayores, sin ayuda de nadie.
EliminarUn saludo.
Saludos.,
ResponderEliminarNo sé, pero lo cartesiano limitar las cosas a dos cotas para fijarla en un punto inamovible,no es lo mejor para realizar un estudio.Se han cometido muchos errores,partiendo de esta premisa.La Química,que yo aprendí, en mi bachillerato,fijaba a la sustancias en electropositivas y electronegativas,de tal manera que sólo podían unirse una negativa con una positiva,para formar una nueva molécula (era una idea inamovible).La mayoría de nuevas moléculas, que se obtienen hoy día, por síntesis no cumplen esta condición. No se puede ser cartesiano,se ha de tener una mente abierta y adaptada a lo nuevo.
ResponderEliminarSaludos
Car Res, desconozco la rama matemática de Descartes y en Química nunca fui bueno. En este libro, en mi opinión, no se trata de reducir las cosas a dos cotas, se trata de examinar las variables que tienes y de forma racional tomar las decisiones más razonables. Se trata de evaluar según lo que ves, no según lo que te dicen, aprender a vivir de manera satisfactoria y sensata utilizando la Razón para ello.
EliminarPara mi el sistema es bueno, pero supongo que no todos nos movemos por los mismos impulsos ni tenemos las mismas inquietudes y lo que es bueno para unos puede que no lo sea tanto para otros, la diversidad es una forma de riqueza, en mi opinión, por lo menos.
Un saludo.
El Discurso del Metodo aqui.
ResponderEliminarUn saludo a todos.
Pues sí que es pequeñito, descuida, lo leeré, mil gracias, buen finde!!
EliminarMaria, El Discurso del Metodo"me enseño cosas que ya sabia y aplicaba en algunos casos, pero me enseño como desarrollarlas para obtener mejores resultados. Hay que leerlo tranquilo, no soy muy de recomendar nada, pero en ese caso hago una excepción.
EliminarUn saludo
Junto con Thomas Reid:
ResponderEliminarfile:///D:/Ir%20a%20DATA%20(D)/1%20BIBLIOTECA%20de%20libros/FILOSOF%C3%8DA/Thomas%20Reid%20Sentido%20com%C3%BAn/Thomas%20Reid.pdf
Miguel, a la dirección le falta algo porque no va, te la buscaría si supiera qué libro es ...
EliminarGracias María¡¡¡¡
EliminarTú sí que sabes ¡¡¡
https://www.scribd.com/doc/44875378/Thomas-Reid
Resulta muy interesante. Tener opinión es sano, si se tiene por haber recabado información, pero hay quienn mantienen opiniones absurdas. Otros simplemente se creen las faces. Es este tiempo de locura y deshumanizacion. Otro Renacimiento estaría bien :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Albada Dos, opinar siempre es respetable lo que no son respetables son algunas opiniones. Cundo alguien afirma algo debe respetar, lo primero a sí mismo y no decir gansadas "porque si". El renacimiento y La Ilustración con la Razón, modernizaron el mundo volviendo a los valores clásicos, cosa que es para pensar
EliminarUn saludo.
Me ha interesado mucho el texto que adjuntas. Gracias por el enlace que adjuntas a El Discurso del Método. Lo he incorporado al kindle porque en el ordenador me cuesta mucho esfuerzo leer textos largos.
ResponderEliminarUn saludo.
Granuribe50, supongo que es cuestión de gustos, pero a mi "El Discurso del Método" me hizo cambiar mi forma de conducirme por la vida.
EliminarUn saludo