lunes, 28 de octubre de 2019

No es no, machirulo

Me lo cuenta mi amigo Dani, que aún no se ha repuesto de la impresión. Le da un sorbo a la cerveza, me mira con cara de panoli, pasea la vista por el bar y me mira otra vez. Es que todavía no me lo creo, dice. Lo que me pasó la otra noche. Estoy en una discoteca, y en la pista hay una chavala que baila, me sonríe y sigue bailando. Y yo, pues bueno. Lo normal. Me voy acercando a ella, bailoteo por aquí y por allá. Y como me sigue sonriendo y se mueve que da gusto, pues me sitúo a distancia de combate, o sea, a un metro, y nos seguimos el ritmo de puta madre. ¿Comprendes? Y al rato largo, como me sigue sonriendo y las contorsiones son ya de ponerme más caliente que el pico de una plancha, y ella está de espaldas meneándose a medio palmo de mi bisectriz, intento meter cuello, vamos, nada irrespetuoso, un poquito de cara por si se anima al roce. En plan bien y probando. Y entonces la tía aparta de pronto el bullate que me está restregando en plena cebolleta, se da la vuelta, me pega un empujón que me echa cuatro pasos atrás y grita: «¡No es no, machirulo!». Y se va con sus amigas mientras me quedo con cara de idiota.

Y al llegar a ese punto, a lo de la cara de idiota, Dani le da otro sorbo a la Cruzcampo. A ver si me lo explicas, dice. Que yo no le he faltado a una tía en mi vida, ya me conoces. De qué iba la chavalita. Y como Dani tiene treinta años y yo sesenta y ocho, y hoy me pilla de buenas, me apoyo en la barra y se lo explico. Son daños colaterales, le digo. Reajustes inevitables de un mundo secularmente injusto que, más para bien que para mal, cruje hoy por las costuras. Y a veces se nos va de las manos. Sin embargo, como siempre digo, lo nuevo es lo olvidado. Así que tómalo por su lado bueno, que tiene su pimienta histórica. Su puntito educativo.

Pues a mí no me educa un carajo, masculla Dani. Entonces lo miro a los ojos, le clavo un dedo en la clavícula y le digo te equivocas, compadre. Ya verás como de ésas no te pasa otra. Porque la próxima vez que te arrimes a una contorsionista que sonría en la discoteca, lo harás sobre seguro. O más que sobre seguro, con la saludable precaución del marino que tiene una costa peligrosa a sotavento; sabiendo que los tiempos han cambiado –aunque como te dije antes nada cambia nunca del todo–, y ese viejo ajuste de cuentas que la mujer tiene pendiente con el hombre, resultado de siglos de ser rehén y víctima suya, tiene ahora nuevos cauces. Nuevos escenarios donde pasar factura. Y toca zampárselos sin pelar.

Así que no te deprimas, chaval –prosigo–, porque tampoco es eso. Sólo estás pagando peaje. Eres un tío normal, simpático. Buena gente. Te gustan las tías como a ellas los tíos, aunque a ellas (que pueden ser tan torpes o idiotas como tú) la propaganda y la demagogia fácil de estos tiempos también las tenga hechas un lío, trastornadas por la nueva Sección Femenina de la eterna Inquisición oportunista y fanática: esa misma que antes censuraba escotes y longitud de falda con un rosario incrustado en los ovarios, y que ahora, en versión laica pero también disparatada, pone aparte a las gallinas para que no las violen los gallos, prohíbe beber leche de vacas explotadas, equipara sexo con violación y te llama machista, incluso fascista, si te niegas a decir en plan inclusivo les niñes me toquen los cojones y las cojonas. Alentada, claro, por no pocos cantamañanas varones que jalean a las nuevas inquisidoras; la mayoría no porque se lo crea un carajo, sino para congraciarse con ellas, para medrar donde ellas mandan, o creyendo que así van a conseguir más votos, e incluso mojar más, los muy gilipollas.



Así que, como se decía cuando Alatriste, cuidado que asan carne. Y recuerda, además, que tu masculina simpleza –cuando tú vas, ellas han vuelto veinte veces– está a años luz de cómo les funciona el coco a tus prójimas. Porque no es que la de la discoteca fuese a por ti en concreto. A lo mejor, compañero del metal, es que tu partenaire del bullate móvil estaba esa noche harta de babosos, que abundan, y pensó: al primero que se arrime con babas o sin ellas lo voy a crujir vivo. O igual lo que pasó fue que estaba deseando decirle no es no a alguien y contárselo a sus amigas, no os lo vais a creer, etcétera, antes de colgarlo en Twitter o Facebook o Instagram acompañado de un selfi. Y buscaba un pringao. Uno cualquiera, vamos. Uno de infantería. Y allí apareciste tú haciendo el gamba. En cualquier caso, colega, no lo tomes como algo personal. No te disminuyas, que peor lo tiene Plácido Domingo. Pero siempre que estés ante una mujer, tenga ésta la edad que tenga, recuerda que si miras alrededor y no ves a ningún pringao, es que el pringao eres tú. Y esa noche te tocó serlo.


Original aqui


Que Fortuna nos libre de inquisidores e inquisidoras. (notese la fina correccion sexolingüista)

12 comentarios:

  1. Son tiempos de respetar a que cuando una mujer quiere, lo hace saber. Es un divertido y agudo texto, aunque Reverter no es muy santo de mi devoción.

    Un abrazo y porque nos sepamos comportar adecuadamente, unas y otros.

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  2. Lo leí en el dominical de el periódico de ayer. Pérez Reverte no es santo de mi devoción, demasiado radical e intransigente y de insulto fàcil, però ahí tiene bastante razón, dicho queda.

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  3. Bueno, al Sr Reverte le rezo casi a diario, es santo de mi devoción.
    Me gustó el escrito. Así simplemente, me gustó. Y tiene mucha razón.
    Si ella te roza, es un signo de distinción, de que te ha elegido. pero no tropieces y le roces tu...ya la tienes armada.
    salut

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  4. Albada Dos, siempre fueron tiempos de respetar, y cuando digo siempre es siempre. Los que nos consideramos unos caballeros ( o lo intentamos ser) siempre vimos mal el abuso, a los soeces, a los chulitos y a los idiotas. Nunca me gustaron las clasificaciones "grupales", hay mujeres estupidas y hombres imbeciles, como hay mujeres brillantes y hombres inteligentes. Quizas seria bueno hablar simplemente de personas, creo yo...

    Un abrazo y cuidate

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  5. Francesc, quizas lo que tu llamas insultos son descripciones, yo por lo menos asi lo veo... Yo no le veo radical, quizas firme en sus convicciones, pero no radical... Los radicales no observan, solo sentencian...
    Un saludo

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  6. Miquel, creo que en este mundo estamos, a falta de verdaderos problemas (hambre, verdadera necesidad y esas cosas) creando nuevos problemas y no se puede hacer Justicia co0n injusticias, creo yo..
    Un saludo

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  7. No sé qué pretendías con este texto, pero yo me he reído muy a gusto.

    Gracias y saludos

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  8. Luis Antonio, solo pretendia pasarlo bien y reivindicar esa sabiduria femenina a la que hace referencia Arturo Pérez y a lo estupidos que somos los hombres en no pocas ocasiones, aqui el protagonista se llama Daniel como yo y es como yo de estupido, o no...

    Un saludo

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  9. Coincido contigo en que Pérez Reverte no es ningún radical.

    Sus opiniones son claras y directas, sin filtros "políticamente correctos".
    Algo que agradezco en estos tiempos de mediocridad, gazmoñería y papanatismo.

    Otra cosa es disentir de sus opiniones y sus diagnósticos de nuestra sociedad, que yo personalmente suscribo al noventa y nueve por ciento.

    Un abrazo.

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  10. Rodericus, llevo lustros leyendo sus "Patentes de Corso" y en su mayoria me parecen momentos de lucidez, que quieres que te diga. Ahora comprare para mi cumpleaños su último libro y lo leere con ganas...
    Un saludo

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  11. El señor Pérez Reverte lo tiene fácil, como no son tiempos de hacerse el macho, él se lo permite y gana notoriedad. Por lo demás lo que dice es cierto, el enganche de la pasión se produce o no se produce y lo que menos importa son los argumentos que se dan para el rechazo.
    Antes se decía : "No, que quedé con unas amigas" o "no, me interesas tío" o "Por dios, soy una señora ¿usted se ha creído que soy una fulana?" o...
    pero lo importante es la negación no el argumento de moda con la que se justifica. Es obvio en este texto de Pérez Reverte.

    Saludos

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  12. Doctor creo que a DOn Arturo ya le da igual lo que diga la gente, tiene sesenta y tantos, buena cartera y dice lo que le viene en gana. Caballeros y rufianes siempre han existido, y, creo, que nunca han gozado de buena fama quienes fuerzan a señoras, no en los peores (o no) ambientes. Por lo demas, las señoras se pueden acostar o no con quien quieran y puedan, eso creo yo...

    Un saludo y te invito a leer la proxima entrada, (algo de publicidad, jajajaja).

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