jueves, 5 de septiembre de 2024

La risa de las ratas.


 La he vuelto a ver por casualidad, buscando otra cosa, en un viejo libro sobre los fotógrafos de Life. Y fíjense. Tengo mi propio álbum de fotos infames: fotos que a veces hasta son de verdad, que hice yo mismo. Y resulta que una imagen que conozco desde niño, tomada por otro en una guerra que ni siquiera viví, sigue impresionándome. A lo mejor es bueno que así sea, y el día en que esa foto deje de afectarme estaré encallecido más de la cuenta. Yo qué sé. Lo cierto es que hay imágenes que simbolizan cosas, y ésta retrata uno de los aspectos más viles de la condición humana. La tomó Robert Capa en Chartres, julio de 1944, cuando la ciudad fue liberada de los alemanes. En el centro de la imagen camina una mujer joven con el pelo recién rapado, vestida con una bata y con un niño de pocas semanas en brazos. Ella es francesa, y el bebé, hijo de un soldado alemán. La lleva detenida un gendarme. Pero lo peor no es esa escena, sino la muchedumbre que camina alrededor: señoras de aspecto respetable, hombres que podrían ser considerados caballeros, niños, curiosos que miran o engrosan el tumulto. Y todos, absolutamente todos, ríen y se burlan de la joven que aprieta al niño contra su pecho y lo mira muda de vergüenza y de miedo. Debe de haber un centenar de rostros en la foto, y ninguno muestra compasión, pesar o disgusto por lo que sucede ante sus ojos. Ni uno.


Cada cual tiene sus ideas sobre la gente. En lo que a mí se refiere, con los años he llegado a la conclusión de que lo peor del hombre no es su crueldad, su violencia, su ambición o los otros impulsos que lo mueven. Siendo todo eso tan malo como es, cuando miras de cerca y le das vueltas y te mojas donde te tienes que mojar, siempre terminas encontrando motivos, cadenas de causas y efectos que, sin justificar en absoluto tal o cual hecho, a veces al menos lo explican, que ya es algo. Pero hay una infamia a la que no consigo encontrarle el mecanismo, y tal vez por eso me parece la peor de todas; la más injustificable expresión de la mucha vileza que alberga el ser humano. Hablo de la falta de caridad. De la ausencia de compasión del verdugo —y el verdugo es la parte fácil del asunto— hacia la víctima. Hablo del ensañamiento, la humillación, la burla despiadada. Y eso, que ya es muy bellaco cuando corresponde al individuo con nombre y apellidos, se vuelve todavía más nauseabundo cuando adopta la forma popular. Me refiero a las Fuenteovejunas en su aspecto miserable; a la gente que pretende demostrar públicamente su adhesión o rechazo a tal o cual causa —cuando esa causa está indefensa y triunfa la opción opuesta, naturalmente prestando su celo y su presencia y su risa al linchamiento fácil, sin riesgos. Los mirones que jalean y se descojonan del caído, y de esta forma pretenden avalarse, disimular, borrar sus propias claudicaciones y su propia vergüenza. Porque —y esa es otra— observando la foto de Robert Capa uno se pregunta cuántas de las honradas mujeres que ríen escoltando a la joven rapada y a su hijo no agacharon la cabeza ante soldados alemanes con los que se habrían acostado tal vez, si hubieran podido, a cambio de comida o de privilegios. Cuántos hombres no les cedieron el paso en la acera o la silla en el despacho, o les lamieron las botas, o pusieron sus niñas a tiro cuando los otros eran vencedores, y pretenden ahora, en el escarnio fácil de esa pobre mujer y de su hijo, lavar su cobardía y su vergüenza.


Los he visto a todos ellos muchas veces en demasiados sitios. Los veo todavía, no hay que ir a guerras lejanas para topárselos. Los veo aquí mismo, en las historias de la guerra civil que contaban mis abuelos o en la memoria de mi amigo el pintor Pepe Díaz, en cuyo pueblo fusilaron a su padre por rojo en el año 39, y a su madre la obligaron a barrer las calles después de raparle la cabeza; y Pepe, que es un buenazo, ha dejado que le pongan ahora su nombre a una calle, en vez de pegarle fuego al puto pueblo hasta los cimientos, como habrían —habríamos— hecho otros. Sigo viendo a los de la tijera de rapar y la risa por todas partes, oportunistas, viles, esperando la ocasión de acompañar el cortejo con una carcajada grande y estruendosa, propia de buenos ciudadanos libres de toda sospecha. Porque todos esos canallas que se ríen de la pobre mujer de la foto siguen entre nosotros. Algunos de verdad, físicamente, venerables ancianitos respetados por sus nietos y sus vecinos, supongo. Otros sólo aguardan una oportunidad: son los cobardes, que miran hacia otro lado y agachan la cabeza cuando el soldado alemán, o el heroico gudari, o el político de turno, o el jefe de personal, o el vecino del tercero izquierda, les escupe en la cara. Y sólo cuando éste se declare vencido, o lo maten, o pierda poder, o se vaya, saldrán del agujero para buscar a su mujer y su hijo, arrastrarlos por las calles y salir riéndose en la foto.


Don Arturo Pérez Reverte publicado en Xl Semanal el 30 de septiembre de 2001.

Para pensar. Me hizo recordar a los matones de la mili, esos que cuando llegaban al cuartel se dejaban hacer todas las putadas y cuando se volvían veteranos se convertían en verdugos. En mi cuartel uno se suicidó con el fusil a cuenta de estos cabrones. Los más tontos, los más acomplejados. Conmigo no pudieron, yo no abuse de nadie. Cómo puedo decirlo alto y claro, pues lo digo y ya esta, estoy orgulloso y nunca he necesitado humillar a nadie para afirmarme.  

Estaré ausente, los recados al maestro armero, que sean ustedes muy felices.

Que Fortuna nos aporte caridad


10 comentarios:

  1. Mira, al hilo de tu entrada, muy buena por cierto, he acabado de leer un libraco, cerca de 1000 páginas, sobre André Bretón, de Mark Polizzotti, y que te recomiendo encarecidamente.
    Mientras unos artistas quedan como fascistas, alejados del pueblo, con un arte censurable, solo digno de personas con dinero, siempre según Bretón, otros, como Picasso, e insisto, según Bretón, se las da de comunista y guía del PCF, cuando recibe en su estudio a militares de la Gestapo, y está hablando de 1941/42, en París.
    Todo esto viene a colación porque hay otro apartado similar, el de Paul Eluard tropezando con Dalí en N.Y., y el primero se niega a darle la mano a Dalí, alegando que no da la mano a fascistas, cuando Eluard, estalinista de pro, sabe las mil perrerías que ha hecho Stalin y los asesinatos que ha mandado cometer, entre ellos el de Trosky, en México, dicho por Ribera y Frida Kahlo, a manos de Mercader.
    Los fascistas, claro, siempre son los otros.

    Por mi parte estoy contento, darán 400 euracos a los que cumplas 18 años (de mis impuestos, y los tuyos) para que se los gasten en cualquier mierda, maría incluída.
    No hay cojones de decir que a quien cumpla 18 años le pagan la matrícula de la carrera o estudios que quiera hacer, como premio por el esfuerzo que van a realizar.
    No pido que me lo superes, solo que me lo iguales.
    Salut


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Miquel, tampoco hay que ser un avezado historiador para saber que la primera victoria de Stalin en la Segunda Guerra Mundial fue celebrada conjuntamente con los nazis en Polonia. Fruto de la colaboración entre asesinos gracias al pacto Ribbentrop-Mólotov. Tampoco hay que ser detective para saber que los comunistas en Francia y en Inglaterra al principio simpatizaron con el nacional socialismo de Hitler ya que uno es nacional socialismo y el otro socialismo internacional, pero ambos socialistas. Eso hasta que Hitler hizo la Operación Barbarroja, claro, y los perros rabiosos se enzarzaron entre ellos por el supuesto botín. Todos de uniforme sin ser militares, que, por cierto, es de ser bastante gilipollas. El Arte hay que juzgarlo por lo que es, no por el ideario político del autor, por la obra, no por la firma, todo el que valora una obra por el pensamiento político del autor es un ignorante vocacional, por lo menos para mi, que soy ignorante, pero no vocacional.
      Ahora no estoy con los 400 aurelios, estoy con el Lamborghini que servirá de disculpa para subir el gasóleo para recaudar dinero para que Perico y sus colegas vayan en Falcón.
      Un saludo

      Eliminar
  2. Como esa pantomima que han montado las ratas de sacristía delante de las clínicas donde practican abortos legales. Que sabe nadie de las circunstancias que deciden a una mujer renunciar a ser madre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toy Folloso, no soy cristiano ni he bautizado a mis hijos, pero me preocupan más otras exaltaciones religiosas que las cristianas. No he visto ningun cristiano inmolarse y eso... En tu zona va a haber un congreso islámico, en Torredembarra. Espero ver a las feministas "enseñando las domingas" y defendiendo el aborto en el mismo. Que son una mujeres "mu valientes".
      Un saludo.

      Eliminar
  3. La condición humana apesta a cobardía. Es de canallas y malnacidos esta gentuza que se ríe o abuchea al vencido solo para esconder su condición de canalla. Seguramente esto es de lo más abyecto, pero es que todo lo demás que dice el texto, todo lo demás: la crueldad, la violencia, la infamia, la vileza, la falta de caridad, la ausencia de compasión, el ensañamiento, la humillación o la burla despiadada, no se quedan atrás. Todas estas lindezas son ingredientes de la condición humana.
    El ser humano sabe morder como un lobo y escupe veneno como una víbora, y así va escribiendo la historia.
    Extraordinario texto de Arturo Pérez Reverte.
    Salud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Francesc Cornadó, el colectivismo genera impunidad, todos quieren arrear para demostrar que son fieles "al régimen", para tapar sus vergüenzas y su anterior servilismo. "A moro muerto, gran lanzada", que valientes cuando nos sentimos impunes y que cobardes cuando hay que dar la cara de verdad. Soy defensor del individualismo, un individuo genera responsabilidad sobre sus actos libres un colectivo es una masa amorfa, cruel, sádica y fácilmente manipulable, yo no creo en eso, por eso solo he asistido a contadas manifestaciones, no creo en manifestaciones, ni orgias ideológicas.
      Un filósofo francés, Jean-François Revel, decía: "Un grupo humano se transforma en multitud manipulable cuando se vuelve sensible al carisma y no a la competencia, a la imagen y no a la idea, a la afirmación y no a la prueba, a la repetición y no a la argumentación, a la sugestión y no al razonamiento”.
      Y yo soy de dar argumentos y razonar más que de seguir a nadie.
      El ser humano como colectivo es intratable, luego hay seres humanos como individuos admirables. Don Arturo tiene libros buenos, normales y, para mi, algunos infumables, pero articulista lo borda. Entiende los mecanismos que mueven al hombre.
      Un saludo.

      Eliminar
  4. Excelente el artículo de Pérez Reverte, pero mejor aun la declaración personal que haces al final. Gracias hermano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ali Reyes, lo puedo decir y lo digo y tengo una cicatriz en la cabeza como consecuencia de no vender mi libertad y no ceder ante la opresión de gente mediocre con ínfulas.
      Los novatos venían conmigo porque conmigo delante no se hacían novatas crueles a nadie. He visto cosas deleznables y humillantes.
      Un saludo.

      Eliminar
  5. Francia fue colaboracionista de los nazis,incluido en el tema judío, la mayoría de los que se ven en la foto,tenían interés en dejar ver su patriotismo.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Car Res , por ahí van los tiros, es la matanza en la calle de la Edad Media, que todos vieran que comías cochino. Pero con crueldad infinita hacia una persona desvalida, lo que es de miserables.
      Un saludo.

      Eliminar

Piensa como piensan los sabios, más habla como habla la gente sencilla. Aristoteles (384 AC-322 AC). Filósofo griego.

Tres

Uno Dos                                                Tres   Siempre me gusto el rock pero clasificarte en algo, creo yo, solo te hace más ...