domingo, 1 de diciembre de 2019
El actor secundario
El actor secundario por fin había conseguido un papel en una obra importante.
El actor secundario se había aprendido de manera concienzuda el texto del personaje que encarnaba.
El actor secundario había dejado que el personaje se internase en su espíritu.
El actor secundario observó que el día del estreno había mucha mierda, era su día.
El actor secundario conocía al individuo que protagonizaba, le tenia dentro, era parte de él, no podía fallar.
El actor secundario realizo una magistral interpretación de sus tres minutos de obra y se retiró entre bambalinas.
El actor secundario, al final de la obra, salió a saludar a un enfervorecido público, había sido un éxito. Él, aunque secundario, se sentía parte de algo más grande.
El actor secundario se dio cuenta que el personaje de la obra no había salido de él, seguía dentro suyo, se había apoderado de su espíritu. Cuando se aprendió el texto y vivió el personaje se había forjado una relación que el representado se resistía a acabar.
El actor secundario se vio atrapado y sojuzgado por su personaje, mientras repetía constantemente sus tres minutos de obra, para que este cobrase vida.
El actor secundario, esclavo de su personaje, actualmente pasea por el sanatorio mental declamando repetidamente su pieza del repertorio entre los aplausos delirantes de sus compañeros enfermos y las sonrisas compasivas de familiares y personal medico. Como telón de fondo, la alegría vital del personaje...
Que Fortuna nos sea propicia.
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Poblados andamos de actores secundarios, sólo hay que leer las pintorescas memorias de M.Rajoy, por mencionar alguno.
ResponderEliminarQuien se crea que es el actor principal, está perdido.
ResponderEliminarsalut
Me haces pensar: Muchos presumen de principalidad, y son actores de cuarta. La cuestión es que detrás de los actores -principales o secundarios- hay un director y toda una corte tan decisiva muchas veces como el mismo director. Pero ojo, que el guionista no es cosa floja.
ResponderEliminarSaludemos la tarde.
Inquietante post. Ese actor secundario, metido tan en la piel del personaje, puede ser el loco mayor del reino, seguro. Dependerá de esos minutos y lo que le toca hacer en ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta mucho este texto. Ciertamente la intensidad de las vivencias individuales son tan subjetivas como atemporales. A veces en un minuto vivimos un siglo y en un 50 años apenas tenemos pocos minutos de vida aunque nadie a nuestro alrededor sea consciente de ello.
ResponderEliminarSaludos
Francesc, no sabia que eras lector de Rajoy, ni sabia que tenia memorias...
ResponderEliminarUn saludo
Miquel, siempre, en algún momento de nuestras vidas, somos protagonistas; y no debemos negarnos a serlo, creo yo.
ResponderEliminarUn saludo
Fackel hay un dicho que expongo muchas veces en mi vida "real": "Todos somos importantes, nadie imprescindible.."
ResponderEliminarUn saludo
Albada Dos, tres minutos puede ser una cerveza en un bar o el alumbramiento de un niño o un accidente en carretera, son tres minutos, pero cada uno diferente...
ResponderEliminarUn saludo
Doctor Krapp si hay algo que tengo muy claro es que el tiempo es relativo y esa medida que tenemos los humanos como exacta no lo es de ninguna de las maneras...
ResponderEliminarUn saludo
La inmensa mayoría somos actores secundarios y el final de nuestras vidas suele ser anodino, ¿Cómo todos?
ResponderEliminarLuis Antonio, depende de la obra que queramos interpretar, pienso yo..
ResponderEliminarUn saludo
Y los actores terciarios ¿qué? Los que no figuran ni siquiera en los premios. Los que son puramente de relleno, de masas. Los que reciben veinte euros por una mañana figurando, son figurantes. Ahí sí que me siento identificado. No soy ni siquiera actor secundario. Soy figurante en las películas de indios o de egipcios...
ResponderEliminarJoselu, ¿Y como se hacen las masas si no hay actores terciarios o figurantes?... ¿de que iban a vivir tanto salvalmas y tanto salvapatrias?
ResponderEliminarUn saludo