Simplicidad voluntaria II

 Soy defensor de la austeridad y la sobriedad como forma de entender la vida, pocas cosas pero buenas, que duren, asi me manejo en mi vida, prefiero comprar a alquilar. Me cuesta tirar las cosas, tal vez porque las he pagado yo. No me gusta el Barroco. 

 Ahora, algunos defienden la escasez como felicidad, la simplicidad voluntaria.

  No viajes como nirvana, no comas carne porque ellos dicen que te envenena o envenena el medio ambiente,  no tengas coche para ir donde te dé la gana libremente cuando quieras porque contamina, no compres casa porque no te hace falta y ya te la proporcionará el estado. 

 Quieren que no tengas nada, asi siempre dependes de ellos. Ellos te proveerán todo, porque tu lo vales, chaval. 

 Pero los mismos que te dicen eso, cuando tienen oportunidad adquieren casa en propiedad, coche, viajan frecuentemente y les gusta más el jamón ibérico y el marisco que a un tonto una tiza. Eso se llama ser consecuente con lo que uno dice, con dos c....es.  

 Ellos no quieren dignos y orgullosos propietarios que defiendan su propiedad, quieren arrendados, gente que dependa de ellos para todo. Paseantes de ventanillas de ayudas. 

 Si no me votas te subirán el alquiler, sino me votas no tendrás casa, sino me votas no tendrás sanidad etc, etc...Como si todo eso lo hubieran inventado ellos. Todo el dia metiendo miedo al personal. 

 Por eso no quieren gente con casa o gente que se gane la vida por sus medios, sin contar con ellos. 

 El trabajo privado que es el motor de todo es perseguido y sancionado económicamente, la propiedad es perseguida incluso cuando pasa de padres a hijos, esto último es infame, y todo con la peregrina disculpa del biencomún. 

 No quieren familias tradicionales, porque es el vínculo más poderoso del ser humano, su último reducto ante la infamia. 

 Quieren seres solitarios a quien nadie apoye, que su único apoyo sea el estado, ese del biencomún, es decir, de los que viven de vender este mensaje. 

  Sentados en sus cátedras como apóstoles, ellos se creen con un alma superior,  de categoría diferente a cada uno de nuestros espíritus; piensan que ese yo superior que nos muestran está dotado de un designio infalible, capaz de definir y decirnos en cada momento lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal. 

 Pues que les den...

 Algunos se lo creen sinceramente, me parece muy bien si quieren vivir asi, allá ellos. A mi me recuerdan a esos penitentes que buscaban "elcielo" mortificándose en la tierra  como Simeón el Estilita, pero, aunque no comparta su visión, respeto su decisión. A mas veganos, a más torreznos tocamos.  Pero que no me digan como debo vivir yo, no les he pedido su opinión, es más no me importa lo más mínimo, que no aburran. Si hacer eso que predican es un sacrificio para ellos que no lo hagan, pero que no me coaccionen a que lo haga yo. 

 Otros, los más, sólo han encontrado una forma de vivir del supuesto biencomún sin esfuerzo, de coger las migajas de esa bacanal pública extraída al trabajo privado; esos restos que les permitan vivir más o menos. Esa subsistencia de aquellos curas analfabetos de misa y olla (Eslava Galán dixit) o aquellos cortesanos correpasillos y alcahuetos de antaño, uno de los males endémicos de este país con exceso de Cortes, predicadores, curas y cortes anos.

 Que Fortuna nos propicie propiedad privada y dignidad.